Debate por Ley de Aguas enciende tensiones en San Lázaro

 

En la Cámara de Diputados volvió a sentirse ese ambiente de nerviosismo que aparece cuando un tema técnico se convierte en una discusión política inevitable. Esta vez el detonante fue la intención de adelantar la discusión de la nueva Ley de Aguas, una norma que promete redefinir quién usa, administra y controla uno de los recursos más peleados del país.

Kenia López Rabadán, presidenta de la Mesa Directiva, no tardó en fijar postura. Con tono firme, dijo que no comparte la idea de acelerar el debate ni de alterar el orden del día para forzar una discusión apresurada. Aceptó que, como marca el reglamento, la decisión final será del pleno, pero también lanzó un mensaje directo: el agua no debe legislase con prisa.

La propuesta para adelantar el debate viene de la Junta de Coordinación Política (Jucopo). Ahí, Morena y sus aliados —Movimiento Ciudadano, PVEM y PT— firmaron a favor. PAN y PRI, en cambio, cerraron filas en contra, argumentando que todavía hay muchas dudas y voces sin escuchar. El choque, aunque técnico en apariencia, dejó ver la fractura que provoca legislar un tema tan sensible.

Y no es que el jaloneo se limite al salón legislativo. Esta misma semana, López Rabadán recibió a productores, agricultores y representantes de 11 estados. Muchos llegaron con preocupación, incluso con miedo. Aseguran que la Ley de Aguas podría impactar directamente a casi 600 mil personas que hoy cuentan con concesiones para trabajar sus tierras. Para ellos, la ley no es un documento abstracto: es la diferencia entre producir y quedarse sin sustento.

Además, expusieron algo que conocen bien: el campo vive entre la falta de agua, la inseguridad y costos que no paran de subir. Si desde el Congreso se cambia el marco legal sin revisarlo a fondo, sienten que el riesgo crece. Por eso piden algo sencillo: tiempo para ser escuchados y para que el dictamen se analice con calma.

Mientras esta conversación ocurría adentro, afuera del recinto las manifestaciones eran evidencia del descontento. No hubo disturbios ni bloqueos, sino un desfile ordenado de tractores, camiones y productores que llegaron para recordar que el debate legislativo no es un juego interno: sus decisiones se sienten en los cultivos, en la economía y en las comunidades.

López Rabadán reconoció el comportamiento respetuoso de quienes se manifestaron y reiteró que el derecho a la protesta está garantizado. Pero también dejó claro que, si el pleno decide adelantar la discusión, ella conducirá el debate con imparcialidad, aunque personalmente prefiera más tiempo.

La historia de esta ley todavía no está escrita. Lo que se decida en las próximas horas o días podría marcar el rumbo de la política hídrica del país por años. En un país donde el agua suele faltar más de lo que sobra, la pregunta sigue en el aire: ¿es momento de apurar la discusión o de abrir más espacio para escuchar?

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